Mis huellas se amontonan en el barro
solo un momento, luego se borran
huellas que la lluvia me ayuda a olvidar
tachándolas con su lápiz de aguas.
Cae luego el rayo silencioso y destellante
y su trueno tamborileando por detrás
cae la lluvia, como llorándole a su muerte
llora un poco y se refriega los ojos.
Me refugio bajo un sauce gemebundo
pasmado al palidecer en la cara del cielo
como si se le robara el albor de la alcancía
como si cerrara los ojos para no dejarnos ver.
¿Y cómo no llorar si hasta el mismo aire llora?
¿Cómo serle inclemente a este cielo adolorido?
es solo la nostalgia colectiva que me absorbe
jalando hacia mis mejillas la pena condensada.
Pues llora libre el atardecer agonizando
llora el desconsuelo que sin preguntar hice mío
llorándole al unísono a ese cielo cadavérico
tristemente hoy, hoy tristemente.
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