Autobiografía poco rigurosa.

Mi ubicación en el tiempo puede no demostrarme, pueden ser solo épocas en un polvoriento libro, solo números, cifras en un almanaque de pared. ¿Son mis orígenes importantes?, pues mi pensamiento no es engendro de esta tierra que me mece. Me han acunado deidades invisibles, arropando en mi mente “transgresores” ideales que forjan hoy mi “fatal” idiosincrasia.
Pero no he de utilizar términos justos ni condensadores, no parlotearé con burocracias inservibles... ¿Qué vale más lector... la vida o el alma del que ante ustedes se postra?.
Soy solo una caja de odios, una caja de amores, una caja de incoherencias y sueños filosos. Soy simpleza y redundantes ahogos, soy, si me permiten, de este lado el que sostiene el lápiz y les habla al oído.
Y desprecio, es cierto, a muchos cosas y a muchos hombres. Caigo en “pecado irreversible” y no demuestro arrepentimiento. Pues no soy santo para practicar la hipocresía, porque poseo maldad en mis entrañas como todos ustedes, porque soy hombre y también poseo bondad, y esa es mi cruz mas grande, el que la razón me ha dado sin consentimiento: ser consciente.
Somos criaturas bipolares que detestan y aman, que crean y destruyen lo que han creado, que devoran mentes ajenas para alimentar la propia, somos bestias pulcras y nobles mugres. Somos seres que amamos ser amados por seres que no amamos, somos solo desperdicios de nuestra propia egolatría.
Y complico, es cierto, cada mísero segundo que recorre mi mente buscando el camino correcto hacia las respuestas certeras. Pues no me hace un sabio el hablar sereno, soy tan ignorante como cualquier alma en mi entorno.
Soy una caja entreabierta llena de sombras, pues las luces ya se han escapado en uno de mis tantos pasados. Y pueden fisgonear de así desearlo, buscar en este lugar tan sórdido que es mi pecho alguna que otra esperanza, que, aunque pocas, existen. Además suelo ser tan solo un hombre, y como tal, no soportaría el vivir sin mentiras.

Bienvenido lector a mis dominios, aquí el desconcierto es corriente de río, y la vida es una escueta planicie.

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