Humano .

¿Qué fue de aquel, Ay de aquel pobre niño?
su oronda sonrisa rosada ayer se fue de paseo,
en camino inverso tras sus talones de antaño
eso fue ayer, y aun no regresa
ni los juegos sin reglas, ni las rodillas verdes
ni las tardes de barrio, ni el vecino de enfrente
ni la mente ignorante, ni la felicidad por ende.

¿Qué es de él, Ay de este pobre hombre?
Con las cadenas al piso de su preciado calvario
con su salario consuelo que plácido imparte
entre sus amos de siempre y toda inútil materia
que crea urgir su miseria con fútiles sueños
de ser pronto dueño de una vida conspicua
indemne a toda luz, libertada de amarres.

¿Qué será de él, Ay de ese pobre anciano?
arrodillándose ante mármol muerto de día
llorándole al techo cada noche que nace
aun sin respuesta a su rutina adorada
sin nombre ni historia, carente de imagen,
al margen de sol, a la luz de su duda
la cordura le grita a lo lejos y a salvo.

Tarde lluviosa.

Mis huellas se amontonan en el barro
solo un momento, luego se borran
huellas que la lluvia me ayuda a olvidar
tachándolas con su lápiz de aguas.

Cae luego el rayo silencioso y destellante
y su trueno tamborileando por detrás
cae la lluvia, como llorándole a su muerte
llora un poco y se refriega los ojos.

Me refugio bajo un sauce gemebundo
pasmado al palidecer en la cara del cielo
como si se le robara el albor de la alcancía
como si cerrara los ojos para no dejarnos ver.

¿Y cómo no llorar si hasta el mismo aire llora?
¿Cómo serle inclemente a este cielo adolorido?
es solo la nostalgia colectiva que me absorbe
jalando hacia mis mejillas la pena condensada.

Pues llora libre el atardecer agonizando
llora el desconsuelo que sin preguntar hice mío
llorándole al unísono a ese cielo cadavérico
tristemente hoy, hoy tristemente.

La Fuga


¡Me arrasa el miedo!, aquel que en cada tiniebla abordame en viles sueños, grima al futuro que mis pasos han obrado, aquel, ¡aquel que elegí tan menguadamente!. Porque en esta noche de luces negras me abandona el tibio sentir de tus tardes de otoño, se me escapan con reproche, caen tan lejos de mi almohada. Para luego el orgullo vanidoso condensar a escondidas sus tristezas, lágrimas que se ofrendan a algún dios excursionista, otro entre tantos que murmura mis culpas mientras callo.
En cada momento que respiro tu nombre con aliento exhausto, y redondeo llorallas contando sin tiempos, en cada momento, añoro sin suerte tus infantiles piruetas, tan perdidas estas, tan ajenas, tan sin más ilusorias e invisibles que se me opaca tanto el alma como la sombra de la sombra de algún corazón muerto.
Y como en los inviernos de fría escarcha, hoy mis manos buscan refugio en vano, hoy no encuentran el calor de tus mejillas de muñeca, hoy mueren en la helada. Invierno eterno el que me he ganado por soltar tus riendas, y aunque volviste por ellas, y aunque sufriste libertades, nunca supe merecerte.
¿Qué fuimos primeramente? ¿Qué somos en estos tiempos?, ¿Cómo saber si es el camino indicado cuando siquiera es el destino preciso?... “solo el tiempo dirá” me responde la chusma con su sabiduría incompleta. Y es el tiempo el que me inquieta, porque lo he de pasar huérfano, y sin tu imagen de faro, y sin tus luces de guía. ¿Cómo soportar la pena de un amor que no ha muerto? ¿Cómo pretender futuro sin un sueño al que aferrarse?.
Quizás me conforte el día que se asoma por las cortinas azules, quizás me entretengan sus esquinas como antes, espero me abracen nuevos saltos y caídas, quiero ocurra, al ayer lo devore el mañana.

Desconozco el sentido real de esta fuga, la que he acunado en mis versos, la que he maniobrado en oportunidades sin causa. Han sido noches sin dorada luna ni esperanza amena, sin un consuelo o mano amiga, han sido días de un pavoroso vacío, de miradas lejanas e irreverencia. Es el morar, sueño mío, en este íntimo infierno sin calor ni demonios, sin mera compañía. Son tantas las heridas sin alivio que yo sé merezco, que no sé aún a cual escribirle esta noche.
El tiempo es una rueda que gira sin colores, que gira tal cualquier de mis pensares, sin senda y sin estribos desperdiciando energías, malgastando el buen saber. ¿Y qué me queda entonces si el pesar es tan inmenso? ¿Debería pretender salvación divina sabiendo de mi vida un gran pecado?. Pues camino en los tumultos con mi muerte en los bolsillos, solo por si acaso.

The Raped.


These eyes saw the shape
when the lights came here
when my soul built the pillars
and my body lived
When this land wasn’t raped...

Desde entonces que no conozco
el camino que tomaron mis versos
ni porque se torno mi alma a carne
hasta ya dejar de construir

Y cuando abandoné la tierra que fue mía
para solo en vano olvidar la forma que había visto,
ya que las luces se fueron tras el ocaso
solo pretendí no lucharle a la muerte.

Because the darkness raped my land
and made me watch the scars
when the blood stained the hands
When my body died and my soul turned to flesh.

Y con la sangre goteando en mi tierra
¿Qué más desear que la oscuridad rindiera tregua?
me dejé llevar por su olvido y soberbia
fue entonces que derrumbe mis viejos pilares.

Pues OH sorpresa... que poder mas infinito
cuando la oscuridad proclamó mi alma a su bandera
¿Quién diría que saborearía el abandonar mi tierra
para pertenecerle solo al crepúsculo?.

I changed my will to live for the darkest suit
and I’m living my dead far in my new land
Creating pillars from old useless hopes
I saw the shape... now I became it.

Las Sombras Fatuas.

Noche en relente son mis sombras benignas
vísceras de hielo que enfundan mi nervio,
convidadas del tórax, embriagadas en celo
copulan asidas de mi espina en pendiente

Cuchillas sin filo de espantoso semblante
belleza entrañable de entrañas habidas
flujos opacos, cauce dulce en mis venas
protegen mis puertas engullendo sus llaves.

Sus miles ojos pueden ver cuando llueve
el espectro dolido de mi alma en desaire
saciando su hambre en corazones prestados
volviendo al rincón enerve en mi mente

Fulgor de vientos invocando soberbia
siniestro accidente de un pasado en concreto
musitan mi ego con futuro en su idea
son fieras furiosas con desdentadas fauces

Dos en mis ojos, hilando entre si paciencias
una en mi voz, trinando con fenecido aliento
más en mi pecho, entoldando un cadáver rancio
cien en mi mente, excusando mi novicio eclipse.

Sombras fatuas de cadenas cortas
ladran al sendero y al pasante que lo cruza
Sombras centinelas de mi pórtico endeble
para que lo que entre no logre salir.

Compensación.

Búscame entre las tumbas de los sueños que ya has enterrado,
entre los recuerdos marchitos
allí estaré de pie aún, pero con el corazón abismado.
Solitario, con mi nimia alma de abrigo y mi rencor de escudo
¡Pero no más!, ¡Nunca más!
mis penas son muy frías para compartirlas
y mis gozos aun más gélidos
Principios quizás, llámalos con las palabras más intrincadas
pero la decisión es una, la cura... la soledad.

Búscame en los callejones de los vicios que ya has olvidado,
y verás que he muerto en ellos
ya no estoy para ti amor, ni para nadie.
Refugiado en el egoísmo, con frío, el alma se me ha escapado
¡Y si miras amor!, ¡si me miras!
la sangre que he derramado en tu mísero nombre
se ha estancado en mi rostro
Precipitación quizás, o tal vez la trepadora demencia me obliga a ceder
porque al perderte, amor, me recupero a mí mismo.

Busca las puertas y olvida las llaves, ya que no querrás entrar
sabiendo que la bienvenida no espera,
de una vez descansa en tu lecho y no pretendas el mío.
Inmune a lamentos, tus llantos enfermizos repugnan al hastío
¡Muere espina!, ¡arde en llamas!
mi voluntad te persigue, y te enreda, y sofoca tus ánimos
ya no pidas piedad, la muerte te sienta bien.

El esperado adiós.


Adiós princesa...

Estos versos serán lo último que sepas de mí,
esto será lo último que sepan de ti mis versos,
porque el tiempo perverso ha incinerado plena
la hierva virtuosa de tu evocable catre hendido
ultimando la fosa de tu desamor que he amado.
Ya soy solo un hombre, mas no pesar erguido.
Descanse en paz tu olvido y tu enagua invisible,
abandoné tu pasado afable, no intimaré tu distancia,
no habrá reverencia a tu tez, tu silencio me ha hablado
con el oído de lado, y a duras penas creí
que tu amor fue un fantasma, de esos que no existen.
El tiempo con piedad inclemente extirpó tus signos
de mi inservible pasado, de mi improcedente ayer,
es sal tu nombre y tu rostro granito allende
se acabó para ti mi tinta; no recuerdo haberte amado.
o si el amar merece recordar, o si el amor se olvida.
no logro hacer memoria

Pero el tiempo bilioso me ha sido honesto...
no es digno de mi altar tu beso,
¡que no me alcanza ni a la sombra!.

Adiós princesa,
admito quisiera legarte una lágrima,
pero ya las gasté aquel día... sabrás disculpar

Árboles secos.


Palabras absurdas e inconcretas que buscan líneas donde apoyarse,
palabras cubiertas de vendas porque le sobran las heridas... son.
Mezclas de autocompasión y soberbia, palabras que afirman desconciertos,
pensamientos ambiguos sobre el dolor cotidiano, empero el dolor no es uno.
Son telas de araña; débiles, sumisas y fácilmente opacadas. Cristalinas en forma.
Le dan la mano a una vida a medias, son los días lluviosos y grises.
Noches sin matices, sin madrugadas, situaciones olvidadas en viejos intentos,
intentos que no se olvidan fácilmente, menesteres del tiempo y mis derrotas.
Muestran todo lo que el gentío no ve, los restos de un alma que agota sus luces,
son la antorcha sin su ardiente llama, árboles secos en un desierto de arena.

Y nada crece en el vasto olvido, más que el hambre y la sed que impera,
nada es visible a los ojos, más que el inagotable llano y el cielo etéreo.
La vida es solo el chiste de la muerte y su humor negro, hilarante y verídica,
innecesaria y sin poderes, que en este mundo de arena pierde el aroma.

Señora Noche.

A brillar rubores, hoy la noche aconseja
a dejar las sabanas y despegar la espalda,
el sueño tendrá que esperar otras horas,
a dormir pudores, hasta el siguiente amanecer.

Admirar la espesa capa de esta señora
como se nota íngrima hasta en sus pliegues
a contar sus juiciosas perlas abotonadas.
Esa de allá y esta, se me hacen iguales.

A rodar hasta algún puerto pacato, a rodar
que esas mismas perlas arcanas te guíen
a volar, aunque sea el mismísimo suelo el éter
a danzar con tu amada, la señora noche, a danzar.

Noche lluviosa.


La ventana está llorando, se salpica en lágrimas su rostro incorpóreo
como diminutas joyas centelleantes que embellecen su gesto invisible.
La luz ya se va, mientras muere el sol enceguecido tras barrotes de nubes
y la noche ya llega tras esa luz mortecina que libera, perdida, el nubarrón
el canto de la lluvia mece mi sueño y mi pereza reposa, aunque no duerme
pues una imagen se ha atorado en mi frente, una silueta danza en mi mente
un suave contorno de curvas y brillos, de sombras y líneas que juegan
revoloteando, acariciando mi ensueño, invocándome con su voz virginal
“Ven, mi amor allende, baila a mi lado... estoy aquí para ti, solo para ti”
y voy tras ella, rendido a su erotismo, hambriento por su descobijada piel,
lujurioso ante sus pechos lozanos y rebosantes, sin reparar en pudores
rozo su cuerpo terso y su enmascarada esencia, beso su rostro y su aroma.
Ella musita jadeante y con ojos callados, librada a mí, osadamente desenlazada
facilitando mi delirio mientras palpa mi rostro, y sus labios piden pecado,
Soy tuya, de aquí al alba, de ahora a siempre, tómame, soy tuya
mis manos no descansan de su labor amado, nada lograría detenerlas,
no respetan los limites ni las sombras, nada escapa, todo cede a su tacto.
Mi moción es la de Adán, ella es cual Eva, pero dios no existe en este Edén
y nadie culpará nuestra manía, somos dioses en nuestro jardín de sabanas.

Su cuerpo ya es convulso y la fricción acaba, somos solo humedad y éxtasis
la lluvia apedrea el tejado violentamente, pero el cuarto es sereno y templado
la luz aún no llega y la noche descansa, somos solo ella y yo... y la lluvia.

Autobiografía poco rigurosa.

Mi ubicación en el tiempo puede no demostrarme, pueden ser solo épocas en un polvoriento libro, solo números, cifras en un almanaque de pared. ¿Son mis orígenes importantes?, pues mi pensamiento no es engendro de esta tierra que me mece. Me han acunado deidades invisibles, arropando en mi mente “transgresores” ideales que forjan hoy mi “fatal” idiosincrasia.
Pero no he de utilizar términos justos ni condensadores, no parlotearé con burocracias inservibles... ¿Qué vale más lector... la vida o el alma del que ante ustedes se postra?.
Soy solo una caja de odios, una caja de amores, una caja de incoherencias y sueños filosos. Soy simpleza y redundantes ahogos, soy, si me permiten, de este lado el que sostiene el lápiz y les habla al oído.
Y desprecio, es cierto, a muchos cosas y a muchos hombres. Caigo en “pecado irreversible” y no demuestro arrepentimiento. Pues no soy santo para practicar la hipocresía, porque poseo maldad en mis entrañas como todos ustedes, porque soy hombre y también poseo bondad, y esa es mi cruz mas grande, el que la razón me ha dado sin consentimiento: ser consciente.
Somos criaturas bipolares que detestan y aman, que crean y destruyen lo que han creado, que devoran mentes ajenas para alimentar la propia, somos bestias pulcras y nobles mugres. Somos seres que amamos ser amados por seres que no amamos, somos solo desperdicios de nuestra propia egolatría.
Y complico, es cierto, cada mísero segundo que recorre mi mente buscando el camino correcto hacia las respuestas certeras. Pues no me hace un sabio el hablar sereno, soy tan ignorante como cualquier alma en mi entorno.
Soy una caja entreabierta llena de sombras, pues las luces ya se han escapado en uno de mis tantos pasados. Y pueden fisgonear de así desearlo, buscar en este lugar tan sórdido que es mi pecho alguna que otra esperanza, que, aunque pocas, existen. Además suelo ser tan solo un hombre, y como tal, no soportaría el vivir sin mentiras.

Bienvenido lector a mis dominios, aquí el desconcierto es corriente de río, y la vida es una escueta planicie.