VIII

Y si el mundo me perdiera en cuanto libre un parpadeo
Y si el día me olvidara junto a sus negros soles
Y si el sueño se ocultara tras vasijas de temores
Y si el tiempo tropezara con las piedras que le impongo
Y si el dolor fuera aun más que un triste ocaso
Y si el orgullo me mordiera al cuello sin permisos
Y si el perdón se ausentara por un tiempo
Y si el amor fuera cursilería barata
Y si el fuego se extinguiera con voluntad simple
Y si el árbol inmóvil viajara junto al viento
Y si el temporal arrancara de raíz mi mente
Y si el corazón no extrañara sus maltratadas cicatrices
Y si el minuto perdido no recordara en las noches
Y si el fantasma no susurrara al oído
Y si el ropaje de mi cama me envolviera útil
Y si el momento este fuera otro
Y si el futuro realmente existiera
Y si el pasado no
Y si el ambiguo desenlace no torturara en mis caminos
Y si el pedir por paz tuviera voces
Y si el oído ajeno no estuviera sucio
Y si el desprecio fuera más que mi personal venganza
Y si el infierno no fuera ficción en un libro negro
Y si el jardín conservara intactas sus rosas

Y si el aroma dulce de la esperanza que en este momento he perdido
volviera a adornar mi entorno con su perfume envidiable
de sonrisas juveniles y pasionales lágrimas

Y si el poema fuera de algún otro alegre poeta...
¿Quién sería Yo entonces?

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